lunes, 5 de enero de 2015

De Marseillan a Agde, cuarto día de navegación en el Canal du Midi

Después de tres días recorriendo el Canal du Rhône y tras el “accidentado” paso por la Laguna de Thau, entramos por fin en el Canal du Midi. Nuestro cuarto día de navegación nos llevará desde Marseillan hasta la bella localidad de Agde.
Tras el parón por la fiesta nacional del 14 de julio, todo regresa a la normalidad. Hemos pasado suficiente tiempo en Marseillan junto a nuestros grandes “amigos”, los yates de superlujo con los que hemos compartido vecindad en el puerto de la pintoresca localidad ;-). Comprobamos que nuestra Penichette sigue igual, vamos, que no se le ha pegado nada de sus vecinos. Aún así, la seguimos queriendo igual ya que tiene su toque y encanto vintage.
El día ha amanecido con fuerte viento y aún tenemos que navegar durante unos kilómetros por la laguna hasta llegar a la Ponte des Onglous, inicio oficial del Midi. Un faro a los lejos nos indica la entrada. Eso nos hace sentir más tranquilos aunque la Penichette vuelve a moverse con el fuerte viento. Para evitar sustos decidimos navegar lo más pegado posible a la orilla ya que por aquí no pasan las grandes embarcaciones y así evitamos su oleaje.
Faro en la entrada al Canal du Midi - Ponte de Onglous Foto: Bat o loc
Faro en la entrada al Canal du Midi – Ponte de Onglous Foto: Cortesia de Bat o loc
En cuanto llegamos a Onglous sentimos serenidad y tranquilidad. Entramos en un camino plácido, de aguas mansa. Ahora la navegación es relajada. El paisaje es bellísimo, volvemos a estar rodeados de agua debido a la laguna de Bagnas que queda a nuestra derecha. No podemos evitar sonreír y nuestra penichette se siente como pez en el agua en el manso canal ;-).
Lo que parece una gran travesía no es más que un recorrido de unos quince kilómetros entre las dos localidades. El lento fluir hace que pierdas la noción del tiempo. Solo te dejas mecer por las tranquilas aguas y disfrutas del paisaje.
A mitad del camino notamos que el color de las aguas cambiaba, que el ancho del canal se agrandaba y que las orillas se asilvestraban. L’Hérault nos sale al paso y durante un breve espacio de tiempo, el canal y el río son uno, pero la navegación sigue siendo plácida. Después de las aventuras que tuvimos en el Canal du Rhône, este canal nos parece “de juguete” ;-), pero…, de eso nada, el Midi siempre te sorprende.
El Canal de Midi se funde con río Hérault entre Agde y Marsseillan
El Canal de Midi se funde con río Hérault entre Agde y Marsseillan
La travesía por el Midi salva una buena cantidad de esclusas y como no, ¡nos habíamos olvidado de ellas! Por suerte nuestra primera esclusa era pequeña y contaba con un responsable que nos facilitó la tarea. Más adelante atravesamos otra que se encontraba abierta y no tuvimos que parar.
En general, el paso de las esclusas no es complicado y siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano. Con dos personas en el barco, como era nuestro caso, resulta a veces un desafío y acabas cansada, pero, todo forma parte de la aventura del canal porque si no sería un recorrido un tanto monótono. Una buena recomendación es llevar unos guantes fuertes porque el roce de las maromas que se tienen que agarrar para sujetar la embarcación durante el paso de las esclusas acaba produciendo llagas.
Esclusa abierta, podemos pasar
Esclusa abierta, podemos pasar
El proceso es sencillo, cuando vas llegando a una esclusa, normalmente las ves a lo lejos, encuentras una señalización similar a los semáforos, con luces de color verde (puedes pasar sin problema, esclusa apta para la nevegación), color naranja (la esclusa está a punto de abrirse para nosotros) y rojo (parada obligatoria porque no tenemos prioridad de paso). Hay indicaciones intermedias, como cuando se pone a la vez en rojo y verde, señalando que se está preparando para nuestro paso. En esos momentos hay que estar atentos para evitar posibles accidentes.
Tras unas cuantas curvas, aparece ante nuestros ojos el perfil de la ciudad de Agde y con ella, una de las obras de ingeniería más apreciadas del canal, la esclusa redonda, única de estas características en todo el país. El semáforo está en rojo por lo que me ha tocado saltar a tierra para hacer amarre y esperar. Este simple gesto puede ser peligroso porque si no saltas bien puedes caerte al agua o tener alguna torcedura.
Decidimos acercarnos a pie a contemplar el espectáculo que supone esta obra de ingeniería en la que confluyen tres vías de agua. Merece la pena observar como se abren puertas, entran barcos, cierran puertas; como el agua comienza a subir moviendo las embarcaciones como barquitos de papel ante la fuerte cantidad de agua, y como si de un ascensor se tratara, el barco sube y sube hasta que se pone a nivel del canal que atraviesa. ¡Que ingeniosa solución!
Llegamos a Agde, nuestra primera parada en el Canal du Midi
Llegamos a la esclusa redonda, nuestra primera parada en el Canal du Midi
El hecho de estar parados ha sido la escusa perfecta para decidir quedarnos aquí y visitar “La Perla negra del Mediterráneo”. Tras dejar bien amarrada nuestra embarcación hemos tomado rumbo hacia la ciudad a la que llegamos andando desde el embarcadero. Paseamos por la encantadora perla negra y descubrimos parte de su interesante pasado.
Agde fue importante puerto griego (siglo VI a.C.), conocido como Agathé Tyché (La Buena Fortuna). Su apodo actual hace alusión a sus edificios de roca basáltica (de color negro) y a su origen volcánico. La ciudad se complementa con el centro vacacional del Cap d’Agde (Cabo de Agde), creado en 1970 y que ha contribuido de manera excepcional a su fama como destino vacacional en el sur de Francia. El Cap d’Agde resulta un interesante destino debido a su oferta de ocio y salud, ya que cuenta con una serie de balnearios y es muy apreciado por el turismo familiar. Agde es mundialmente conocida por sus espacios reservados a la cultura nudista con zonas restringidas para los amantes de la vida natural.
Es imprescindible pasear por su interesante casco antiguo que discurre unido a su gran río, L’Hérault, sobre cuyas aguas se refleja la bella y enigmática perla negra.
¡Bienvenidos a la calle del Amor! Casco antiguo de Agde
¡Bienvenidos a la calle del Amor! Casco antiguo de Agde
La ciudad tiene el típico ambiente mediterráneo, de calles repletas de bonitos comercios, terrazas, restaurantes, adornos festivos y locales de ocio que se multiplican por la rivera gauche del río. Seguimos caminando y somos sorprendidos por la información sobre el Cabo de Agde. Tomamos un autobús urbano y llegamos hasta allí.
Laguna de Luno en el Cabo de Agde
Laguna de Luno en el Cabo de Agde
El lugar es eminentemente turístico, el típico sitio que te encuentras en las zonas costeras mediterráneas, pero tiene su encanto. Las vistas al Mediterráneo son excepcionales. Nosotros, para seguir con el tema del agua, hemos decidido tomar un Coche d’Eau, una pequeña barca de recreo que realiza visitas guiadas por el Étang del Luno. Por fin no conducimos nosotros ;-). El recorrido es también un medio de transporte que utilizan los habitantes de la zona para moverse entre sus pequeñas islas y el parque Aqualand. El paseo cuenta con una voz en off que indica los puntos más sobresalientes de la pequeña albufera.
Acceso a los "Coches d'Eau" en el muelle de Jean Miquel - Port Dauphin
Acceso a los Coches d’Eau en el muelle Jean Miquel – Port Dauphin
El paseo no llega a una hora de duración. Las imágenes de la laguna son muy bellas y el trayecto es relajado sintiendo a cada momento el aire fresco del Mediterráneo. Una vez acabada la experiencia regresamos a la pequeña ciudad para terminar de visitar su casco antiguo y terminar nuestra jornada cenando en un coqueto restaurante de autor junto al apacible Hérault. En el embarcadero nos espera nuestra penichette que una noche más nos merecerá dulcemente al compás del agua.

El Canal du Rhône a las puertas de la Pequeña Camarga

En la localidad de Carnon (Pequeña Camarga), iniciamos el recorrido fluvial que nos llevó, a lo largo de una semana, por el mediodía francés a través de los canales del Rhône y Midi.
Nuestra Penichette nos esperaba pacientemente amarrada en el pequeño puerto donde atracan las embarcaciones de alquiler en las que realizar las diferentes rutas fluviales. La emoción que nos embargó a la hora de contratar la embarcación no nos hizo ver, o más bien comprender, que nuestra itinerario no se iniciaba en el Canal du Midi, más bien unos cuantos kilómetros más arriba, en el denominado Canal du Rhône, una extensión del primero construido para alargarlo hasta la Provenza aprovechando los diferentes lagos y lagunas con los que cuenta el entorno y que actualmente son una de las zonas turísticas más apreciadas por los franceses en el sur del país.
El canal du Rhône antiguamente conocido como el Canal de los estanques y prolongación del Canal du Midi hacia la Provenza
Canal du Rhône, antiguamente conocido como el Canal de los Estanques, prolongación del Canal du Midi hacia la Provenza
Las embarcaciones básicas, son muy sencillas de conducir. Cuando llegas al punto de embarque, el personal de la empresa de alquiler te explica a lo largo de una media hora como pilotar la Penichette; marcha adelante, marcha atrás…, y poco más, ya que para navegar por un canal cerrado ¡pues tampoco hay que ser patrón de barco!.
Tras las nociones de pilotaje, empezamos a cargar nuestro equipaje, avituallamiento, etc. Con el alquiler de la Penichette se incluye, además del combustible, el gas para la cocina, traslado de tu coche hasta el punto de llegada y aparcamiento, amarres, el menaje de cocina necesario así como dos bicicletas y equipo de ¿!salvamento?! Hasta aquí todo correcto, aunque nos sorprendió el equipo de salvamento que incluía chalecos salvavidas ;-).
Rhone
Pilotar una Penichette es fácil y no necesita licencia
Nuestra Penichette

Hacer un viaje fluvial no conlleva ningún riesgo, todo lo contrario, es una experiencia para el relax, casi diría que para la buena vida ;-). Todo fluye con el agua, vas a 6 Km/h, paras allí donde algo te llama la atención, podría decirse que es como viajar en autocaravana pero navegando. El paisaje se ve a escala humana, sientes la brisa, los olores del mar, del salitre e incluso los olores de la gastronomía francesa cuando pasas por las diferentes localidades que atraviesan el canal. Pero para nosotros, el inicio del viaje se convirtió en toda una aventura, ya que una vez en marcha, comprobamos que nos faltaba lo más esencial, un mapa de navegación, sobre todo porque no iniciamos nuestro itinerario en el Midi, sino en el Canal du Rhône y teníamos que atravesar Le Bassin du Thau, una superficie de 75 km2 de agua, siendo en este lugar donde entendimos el porqué del equipo de salvamento ;-).
Iniciamos viaje en el bellísimo canal dorado
Iniciamos viaje en el bellísimo canal dorado
Tras abandonar el embarcadero y con la emoción contenida, dimos inicio a la navegación a través del canal du Rhône, y entendimos de golpe su anterior denominación como canal de los estanques, ya que la vía es una avenida de agua protegida por finas franjas de arena, piedras y grandes cantos que transcurre en medio de las aguas de diferentes estanques como los de Pérols, Mejean y Prévost entre otros.
Marismas en el Canal de los estanques
Marismas entre los lagos
El paisaje es espectacular, agua por todas partes y millares de aves por cualquier lado que mires. A veces el mar se combina con zonas de marismas, pequeñas extensiones de tierra donde el color azul sigue siendo predominante. Nuestras primeros pasos como pilotos fueron divertidas, algún que otro desvío hacia la derecha, un encallamiento debido a las algas, poca cosa que solucionamos pacientemente. Navegar por este canal supone un relax total, te dejas llevar por el curso del agua y te olvidas de todo. Poco a poco nos sorprendían y nos llamaban la atención los pedazos de barcos que nos adelantaban o con los que nos cruzábamos, auténticos yates o minicruceros que pegaban más en mar abierto que no por el relajado canal. Después supimos de la importancia de esta vía como salida hacia el Mediterráneo a través del gran Étang du Thau y entendimos el porqué de tanto trajín de yate ;-).
Agua y aves, nuestros compañeros de ruta a través del Canal du Rhône
Agua y aves, nuestros compañeros de ruta a través del Canal du Rhône
Entre el cursillo acelerado de pilotaje, la descarga del equipaje y compras de última hora por la localidad de Carnon, empezamos la navegación hacia las cinco de la tarde. Llevábamos pocos kilómetros cuando nos topamos con la primera de nuestras sorpresas, un puente-pasarela que nos impedía el paso. Nos quedamos atónitos, no sabíamos como seguir. Fue así como hicimos nuestro primer amarre, nos sentíamos como auténticos marineros. ¡Tira cuerda! ¡Anuda bien! No nos quedó más remedio que hacer noche aquí, ya que el puente no se abría.
Un amable señor que paseaba con su perro nos indicó que el puente- pasarela tiene un horario y cuando cierra hacia las 19:00 h ya no puede pasar ninguna embarcación. En ese momento descubrimos nuestro segundo error, ¡No teníamos ningún cuadro de horarios sobre los puentes, esclusas y demás “accidentes” arquitectónicos a salvar para continuar nuestro camino!. ¡Menuda novatada!, en el mismo día dos descuidos ;-). De esta manera no nos quedó más remedio que atracar la Penichette y disfrutar del entorno.
Puente- pasarelaen Palavas-les-Flot
Puente- pasarela en Les Maguelone
La buena noticia era que en el barco llevábamos dos bicicletas, decidimos hacer una ruta por los alrededores y acercarnos a la localidad de Villeneuve-Les-Maguelone a escasos kilómetros. El paisaje es precioso, una zona de marismas combinada con las tranquilas aguas de los estanques que rodean la estrecha franja de tierra donde se sitúa la localidad. Al llegar a Villeneuve, nos la encontramos en plena fiesta patronal. Las bicis no nos dejaban avanzar mucho entre las peñas, charangas y las estrechas calles abarrotadas de gente por lo que decidimos regresar al barco.
Ambiente de fiesta en Villenueve
Ambiente de fiesta en Villeneuve ;-)
Comenzaba el ocaso, el paisaje se teñía de dorados y el canal se llenaba de silencio. Poco a poco iban llegando más embarcaciones y el pequeño muelle recuperaba un poco de vida.
Entre las marismas y estanques del canal del Rhône
Entre las marismas y estanques del canal del Rhône
El primer día de nuestro itinerario había estado cargado de emociones y novatadas, tocaba probar como funcionaba la cocina y el resto de equipamientos de la Penichette. La noche nos regaló una increíble luna llena y en ese momento, mientras cenábamos en el exterior del barco sentimos que habíamos acertado al elegir este tipo de viaje para recorrer el sur de Francia. El contacto directo con la naturaleza, alejados de las ciudades y poblaciones pero sobre todo mecidos por el suave movimiento del agua. Nada nos hacía presagiar la difícil aventura que nos esperaba al día siguiente ;-).
Atardecer desde la Penichette - Muelle de Magalone
Atardecer desde la Penichette – Muelle de Magalone
 Recomendaciones para novatos sobre como contratar un viaje en barco y otras medidas a aplicar ;-)
- La empresa de alquiler os debe facilitar las hojas de navegación, así como explicar la ruta a seguir.
- No dejarse llevar por la emoción y entender bien el recorrido.
- Revisar bien el equipamiento que te dan con el barco, desde el menaje hasta las bicis (si se incluyen en el precio, etc).
- Imprescindible contar con un horario de los puentes, esclusas y demás “accidentes arquitectónicos” a salvar durante la navegación, así como la dificultad de los mismos.
- Llevar un par de guantes para las manos, sobre todo si no tienes costumbre de amarrar barcos, ya que las cuerdas pueden hacerte ampollas ;-).
- Llevar un buen cargamento de repelente para los mosquitos, protección solar, gorros y gafas de protección sobre todo en verano.
- Grandes dosis de paciencia a la hora de pasar las esclusas y al cruzarse con otros “aventureros”.

La Laguna de Thau última parada del Canal du Rhône

Superada la emoción inicial del primer día de navegación y tras pasar la primera noche mecidos por el agua en la coqueta Penichette, nos enfrentamos a la segunda etapa de la ruta del Canal du Rhône. El día de hoy nos deparaba un inesperado sobreesfuerzo, atravesar la Laguna de Thau (Étang de Thau) para enlazar nuestro camino con el Canal du Midi.
Magalone
Maguelone
A primera hora de la mañana, el puente de Maguelone comienza a funcionar y para cuando abren el paso a las embarcaciones, ya estamos preparados en primera línea para traspasarlo. La mañana es muy soleada y calurosa, pero la brisa del Mediterráneo y de las pequeñas lagunas ayudan a hacerlo más soportable. Continuamos nuestro rumbo encajonados por el Canal du Rhône, seguimos disfrutando del bello paisaje que proporcionan las aguas del mar y de las lagunas; de las aves que nos acompañan como si fuéramos viejos lobos de mar en medio del océano. Pequeñas extensiones de tierra nos aportan ese plus de seguridad que a veces dudas tener en una barca tan pequeña ;-). Estar rodeado de tanta agua resulta un tanto “inquietante” cuando viajas en una Penichette porque tienes la sensación que eres como un barquito de papel a la deriva y que cualquier movimiento te hará volcar ;-).
De camino a la Laguna de Thau
De camino a la Laguna de Thau
La localidad de Frontignan será la siguiente parada obligada. El cierre de un puente detiene de nuevo la navegación. Aprovechamos el receso para comer tranquilamente y amarrarnos en el pintoresco puerto junto a otro gran número de embarcaciones que poco a poco se van deteniendo a nuestro lado. Un funcionario del puerto anuncia que el paso a las embarcaciones no se dará hasta las cinco de la tarde. Toca relajarse y disfrutar de una buena siesta ;-). Amarrados en Frontignan entendimos que para realizar este viaje te tienes que olvidar de las prisas y relajarte, o bien, llenarte de infinita paciencia.
La laguna de Thau y sus localidades ribereñas
La laguna de Thau y sus localidades ribereñas
Uno de los espectáculos más divertidos que hemos tenido la oportunidad de presenciar a lo largo de nuestra ruta, ha sido los puentes y esclusas con las que te vas encontrado por el canal y que impide el paso momentáneo a las embarcaciones. Este hecho produce embotellamiento y tras la apertura de los mismos, ¡todos decidimos continuar la ruta a la vez! La imagen recuerda a las carreras automovilísticas de la Fórmula 1, todos en la pole position con los motores rugiendo ;-). En estos casos se comprueba que aún estando de vacaciones, la mayoría de las personas no se relaja ;-).
Tras abandonar Frontignan, seguimos nuestro relajado paseo por el Rhône. Unos kilómetros más adelante y sin previo aviso, ¡nos encontramos con la inmensidad del mar! El momento era para inmortalizarlo, nosotros que estábamos convencidos que ya estábamos en el Canal du Midi, y de golpe…, el mar abierto.
Alrededores de la Laguna de Thau
Alrededores de la Laguna de Thau
El estómago nos hacia cosquillas. Gracias a las amables personas de una embarcación que pasaba a nuestro lado obtuvimos la información necesaria para entenderlo todo. Al segundo día alguien nos explica que estamos en el Canal du Rhône y que para continuar dirección al Midi, debemos atravesar la laguna de Thau, con más de 70 km2 de extensión siguiendo dirección hacia la localidad de Marseillan. Con esta nueva información hacemos una parada para asmilarlo todo ;-).
Pero…, ¿cómo íbamos a atravesar esa extensión de agua con nuestra Penichette? Nos pusimos a buscar entre la poco información que llevábamos, mirar si teníamos algún mapa de navegación que nos indicara el camino a seguir. Desde nuestro amarre veíamos mucha agua y pequeñas localidades ribereñas, pero.. ¿cuál era Marseillan? En medio del mar no existen los carteles ;-).
Séte, localidad ribereña de la Laguna de Thau
Séte, localidad ribereña de la Laguna de Thau
Pues con un par, y tras encontrar algún pequeño mapa nos adentramos en la inmansa laguna. ¿La estrategia a seguir?,  acercarnos a la localidad más cercana y navegar lo más pegados posible a las orillas. Eran algo más de las cinco y media de la tarde y nuestra aventura no había hecho más que comenzar. A lo largo de cuatro horas estuvimos dando vueltas. Y claro, nos pasó de todo. En medio de esa nada y cuando estuvimos a punto de volcar debido al oleaje que se produjo al paso de una lancha motora entendimos el porqué del equipo salvavidas ;-). Nuestra Penichette se movía en medio de la laguna cada vez que pasaba un yate, un barco o una lancha. !Las olas nos hacían mecernos como si atravesáramos una tormenta perfecta! En esos momentos nos olvidamos de las fotos, de grabar e incluso del relax con el que habíamos iniciado nuestra viaje ;-).
Cuatro horas más tarde, tras un intento fallido de atracar en Séte y tras haberme dejado la garganta destrozada por gritar pidiendo ayuda a toda embarcación que se nos acercaba…, llegamos a Marseillan. Menos mal que el sol en verano desaparece muy tarde porque eran casi las nueve cuando accediamos al pequeño puerto-canal de la bella localidad ribereña. Al igual que en Séte, no había una sola plaza donde amarrarnos. No nos dimos cuenta que al día siguiente era el catorce de julio, fiesta nacional en Francia y evidentemente, el país se paraliza.
Un desagradable altercado con una embarcación de nacionalidad inglesa, más bien, la desagradable mala educación de un ciudadano inglés al no dejarnos amarrar al lado de su espectacular barco, produjo que el capitán del puerto viniera a nuestro rescate. En el mar, la solidaridad es incuestionable y ese señor no la cumplió. El resultado fue su expulsión directa del puerto, cosa que no queríamos, pero por lo visto las leyes del mar son así. El patrón hizo que le siguiéramos con la pequeña Penichette y para nuestra sorpresa, nos acomodaron en un hueco que quedaba libre en el espectacular puerto deportivo de Marseillan Plage ;-). ¡Por fin, el día acababa bien! Nuestra pequeña Penichette en medio de aquellos yates!.
Marseillan
Marseillan
Tras el amarre una risa nerviosa nos invadió durante un buen rato al recordar la travesía por la Laguna, los momentos de tensión, el miedo que pasamos, si, si, miedo… Incluso el instante en que nos colocamos los chalecos salvavidas por si acaso. Nos tocó ordenar de nuevo el interior de la embarcación ya que la zozobra de las olas había hecho caer las ollas, la ropa, la mayoría del menaje…, jajaja el interior de la Penichette era un caos. Pero, estábamos sanos y salvos y por fin, habíamos llegado al Canal du Midi.
Un paseo por la pintoresca localidad de Marseillan y una merecida cena en uno de los restaurantes del puerto hicieron olvidar el resto del día. El paso por la Laguna de Thau ha quedado como una de las anécdotas viajeras que siempre nos acompañarán en nuestros relatos. Y pasado los años, siempre digo, tenemos que volver a Thau para disfrutar de unos relajados días en sus aguas para conocer sus bellas localidades ribereñas de gran fama entre los franceses y resto de visitantes.
Fiestas del 14 de julio en Marseillan
Fiestas del 14 de julio en Marseillan
La festividad del 14 de julio nos retuvo un día más en Marseillan ya que la fiesta nacional paraliza el país. Así aprovechamos para disfrutar del buen ambiente de la villa marinera, de sus festejos y de un fin de fiesta espectacular con el castillo de fuegos artificiales, que gracias a la posición junto al lago, hizo que viéramos reflejados en sus aguas los fuegos artificiales del resto de localidades. Además nuestro amarre en el puerto deportivo nos salió gratis e hizo que durante dos noches durmiéramos mecidos por las ondas llegadas desde la laguna de Thau.
Recomendaciones
Visitar Séte, una de las localidades más bellas e interesantes de la zona. Subir al Mont Sant Claire para apreciar la grandiosidad de la Laguna de Thau.
Degustar los productos estrella de la laguna, los mejillones y las ostras. En Marseillan existe una excelente red de restaurantes donde degustar estos deliciosos manjares. Thau cuenta con zonas protegidas donde se cría el mejillón y la ostra.
En Frontignan realizar una ruta por sus interesantes bodegas donde destaca su afamado Muscat.
Para los amantes de las actividades náuticas, Thau es un paraíso.
Relajarse en las apreciadas playas de la extensa barrera arenosa que separa la laguna del mar Mediterráneo.
Alquilar una barca y realizar un paseo por el Canal du Midi o por el Canal Du Rhône.

De Agde a Béziers, quinto día de navegación por el Canal du Midi

Una nuevo día amanece en el canal. Hoy navegaremos hasta la ciudad de Béziers a unos 25 kilómetros. A primera hora de la mañana nos despierta el ruido de diferentes embarcaciones que van parando a nuestro lado esperando la luz verde de la esclusa redonda de Agde para seguir su rumbo.
Embarcaciones que pasan a nuestro lado
Embarcaciones que pasan a nuestro lado de camino a Béziers
Nosotros nos tomamos su paso con tranquilidad. Primero desayunamos en nuestra penichette y después nos acercamos a ver el interesante mecanismo que resulta esta esclusa, única en el mundo. Construida con piedra volcánica, permite la navegación por tres cauces fluviales que convergen en ese punto, el Canal du Midi, el río Hérault y el Canalet.
Que increíble y agotadora actividad resulta el paso de las esclusas, sobre todo las del calibre de Agde. Como solo somos dos el proceso tiene que estar compenetrado al mínimo detalle. El Canal de Midi es un buen lugar para medir la temperatura de una relación de pareja o de la confianza familiar, sobre todo cuando se tienen que atravesar las dichosas esclusas ;-).
Una vez dejamos atrás la bella Perla Negra del Mediterráneo retomamos el pausado canal. Hoy tenemos ganas de hacer un recorrido más largo y disfrutar de la placidez de la navegación. Desde Agde, el canal se desliza en un romántico paisaje con mil y una fragancias mediterráneas.
Béziers
Románticas imágenes en el Midi
Nos acompañan colores tornasolados, todas las gamas del verde a través de árboles y viñedos que pueblan una buena parte de la ruta. Junto a nosotros circulan en bici un buen número de personas. Nosotros hemos desistido de las nuestras ya que en Maguelone quedaron pinchadas e inservibles.
Por el camino vamos dejando nuevas e increíbles esclusas. En la localidad de Vias nos espera otra de las grandes obras del canal, la esclusa de Le Libron. Por suerte la hemos encontrada abierta en nuestro sentido para la navegación y hemos decidido aprovechar la buena suerte y no parar ;-). ¡Que pasada de construcciones! Si eres un amante de la ingeniería, de las proezas humanas respecto a la técnica y avances, este lugar es único. ¡Y pensar que todo esto se diseño y construyó en el siglo XVII! No nos extraña que el conjunto del canal esté declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Paso por la esclusa de Le Libron. Foto cortesía de Canal du Midi
Paso por la esclusa de Le Libron. Foto cortesía de Canal du Midi
Hemos tardado unas seis horas en recorrer veinticinco kilómetros de travesía. A lo largo del camino nos han abordado cinco esclusas así como sus conllevadas paradas. Justo para la hora de comer (¡horario español claro!), llegamos al coqueto muelle de Béziers y decidimos amarrar nuestra barca.
El día anterior, en la oficina de turismo de Agde recopilamos información sobre el canal. Ahora ya conocemos las esclusas, las poblaciones y retos con los que nos encontraremos, vamos, ¡la información que no tuvimos en un principio! En Béziers se sitúa la obra por excelencia del canal, las Esclusas de Fonsérannes (una escalera de agua de 312 m de longitud que permite salvar un desnivel de 25m), ¡casi ná!, después de las cinco que hemos atravesado a lo largo de esa mañana, ya tenemos más que suficientes por un día ;-).
Parados ante una esclusa
Parados ante una esclusa esperando el paso
El pequeño muelle del Midi se encuentra retirado del casco antiguo de Béziers. Cogemos un taxi que nos acerca al centro ya que no hay transporte público y con las bicis pinchadas no podemos hacer nada :-(.
Béziers es un lugar al que tenía ganas de llegar. En el primer post introductorio sobre esta aventura del Midi, explico que la idea inicial de nuestro viaje era hacer un recorrido por la historia del catarismo (de la que soy una fan incondicional) como línea argumentaria, siendo Béziers uno de los puntos álgidos de aquel recorrido, pero la fascinación producida por el hecho de hacer una ruta pilotando nuestro propio barco ganó al viaje por el país cátaro;-).
Béziers
El río Orb rodea, junto al Midi, la interesante localidad de Béziers
Béziers enseguida te envuelve con su típico ambiente mediterráneo de ciudad estival, ataviada para las fiestas, pero sobre todo sorprende por su extremado parecido a cualquier población española ¡con plaza de toros incluida! Pero, eso si, con ese toque tan francés, ese savoir faire que solo encuentras en el país galo ;-). Calles elegantes y cargadas de historia, de una historia que se remonta a época de griegos (fundadores de la ciudad) pasando por momentos negros como el  acaecido el 22 de julio de 1209, día en que la Cruzada contra los cátaros terminó con el saqueo y el incendio de la ciudad, además de la masacre de su población en la iglesia de La Madeleine. Esta fecha se recuerda con el nombre de “Lo gran mazel” (“la gran carnicería”).
Las calles de Béziers recuerdan
Las calles de Béziers recuerdan…
¡Os puedo asegurar que esta historia consigue poner el vello de punta! En mi caso más ya que soy una incondicional de la historia cátara así como de su cultura y costumbres. Junto a la catedral de Saint Nazaire divisamos un pequeño tren turístico al que subimos tras saber que llega hasta la Esclusa de Fonsérannes. Una oportunidad para conocer la gran obra de Pierre Paul Riquet y saber a lo que nos tendremos que enfrentar al día siguiente ;-).
Colina y catedral de Saint Nazaire
Colina y catedral de Saint Nazaire
El tren da una vuelta muy interesante, a la vez que aprendes historia y curiosidades de la ciudad. Siempre he pensado que este tipo de recorridos puedes parecer una “turistada”, pero resultan ser una divertida opción a las guías de papel ;-). El trenecito se detiene en la rotonda que da acceso a la esclusa, allí deja que los pasajeros disfrutemos durante quince minutos de su visión. Nos hemos quedado con la boca abierta y nos preguntamos ¿¡cómo subiremos esa escalera!?. Ahora la esclusa está cerrada, ¡Ohhh! no podemos estudiar su mecanismo ni vemos como la atraviesan los barcos.
La escalera de agua de Béziers - Patrimonio de la Humanidad
La escalera de agua de Béziers – Patrimonio de la Humanidad
A lo largo del paseo hemos descubierto que Pierre Paul Riquet nació en Béziers en 1604 hijo de una familia de origen italiano, los Righetti, instalados en la Provenza y más tarde en Languedoc. Con la construcción del canal surgió el desarrollo del comercio entre las regiones europeas por el Sur, dando comienzo a un gran período de prosperidad para Béziers y otras ciudades de la región. El tren nos lleva más tarde por estrechas calles del casco antiguo donde sobresalen rincones pintorescos.
Calles engalanadas del casco antiguo
Calles engalanadas del casco antiguo
El tren nos deja de nuevo en Saint Nazaire y decidimos callejear sin sentido para “sentir” esta bonita ciudad. En el boulevard principal dedicado a su hijo predilecto, Riquet, hay un montón de bares, terrazas, tabernas y decidimos tomar algo. Sorprende la similitud de sus tapas: bravas, huevos estrellados, pintxos, etc… con la gastronomía española ¿dónde están los platos franceses de tanta fama?
Tapeo y más tapeo...
Tapeo y más tapeo…
Entre tapeo y tapeo se nos pasa el resto de la tarde y al caer la noche decidimos dar un paseo por la ciudad en silencio. Es algo que nos gusta mucho, son momentos de íntima conversación con el lugar, pero, hay que regresar a nuestra penichette y descansar. Un taxi nos devuelve al muelle y damos por finalizada nuestra intensa jornada en Béziers.

Guía práctica del viaje entre Carnon y Homps, el Midi en barco

A la hora de planificar un viaje siempre pensamos en destinos exóticos, en rincones de moda o en aquellos lugares que nos recomiendan desde los diferentes medios relacionados con el viajero o el turista. Pero…, pocas veces viajamos con el sentimiento o nos dejamos llevar por una corazonada. Este fue nuestro caso cuando decidimos embarcarnos en la aventura para recorrer, durante una semana, el Canal du Midi en barco atravesando la bella región francesa del Languedoc.
Recorrer el canal atrapa y seduce
Recorrer el Midi en barco atrapa y seduce
El Midi en siete días, una aventura fluvial donde conduces tu propia embarcación. Un viaje para todos los gustos y viajeros. El objetivo puede ser diferente: un viaje romántico, familiar, con amigos; un viaje cultural, gastronómico, pero al final todos acabamos con las mismas sensaciones. Recorrer el canal atrapa y seduce por igual a grandes y pequeños, a turistas y viajeros…, solo hay que dejarse llevar por el encanto de sus paisajes, de las localidades ribereñas que atraviesa o por las personas que conoces a lo largo del recorrido.
Con este artículo pretendemos hacer una guía de nuestra navegación para que sirva de ayuda a la hora de planificar un viaje por este canal, declarado patrimonio mundial por la UNESCO.
La escalera de agua de Béziers - Patrimonio de la Humanidad
La escalera de agua de Béziers – Patrimonio de la Humanidad
Guía de navegación
Una semana desde Carnon a Homps, un total de 140 kilómetros cargados de historia, obras de ingeniería y arquitectura, pero sobre todo de mucha naturaleza.
Resumen de nuestro diario de abordo:
Día 1 Carnon, el canal del Rhône y la pequeña Camarga. En la estival localidad de Carnon damos el pistoletazo de salida de nuestra aventura.
Día 2 y 3 Atravesamos la Laguna de Thau y llegamos a Marseillan. Uno de los momentos épicos de nuestro viaje, el paso a través del canal del Rhòne antes de acceder al Midi.
Día 4 Llegamos a la Perla Negra del Mediterráneo. La bella y acogedora localidad de Agde nos envuelve con su magia durante el cuarto día del recorrido.
Día 5 La historia de la cruzada cátara nos conmueve en Béziers. Un relajado paseo nos conduce hasta Béziers donde de golpe, la historia nos recuerda un brutal acontecimiento del pasado del Languedoc. Los cátaros nos dan la bienvenida.
Día 6 Las esclusas, los puentes y túneles nos recuerdan la ingeniosa obra de ingeniería que es el Canal. Entre las localidades de Béziers hasta Le Somail disfrutamos de las obras más importantes del canal.
Día 7 La pintoresca localidad de Le Somail nos atrae con su mágico “carpe diem”. El último día de navegación discurre tranquilo y relajado entre la onírica Le Somail y nuestro destino, Homps.
Una buena opción de slow travel - Turismo fluvial en el Canal du Midi
Una buena opción de slow travel – Turismo fluvial en el Canal du Midi
Datos básicos
Origen: Puerto de Carnon (llegada hasta el punto de inicio en coche, la empresa de alquiler nos incluye en el precio el traslado del coche hasta el punto de destino y la custodia en el aparcamiento de su propiedad en Homps).
Fin: Puerto fluvial de Homps (entrega de la embarcación y recogida del coche).
Pero…, ¿cuánto cuesta una ruta como esta? Es importante planificar los gastos antes de comenzar el viaje para que no se dispare el presupuesto. Es evidente que un viaje de este tipo para dos personas se dispara un poco por el alquiler, pero si decides comer siempre en el barco y hacer rutas a las localidades en bici, la semana no sale por más de 500 euros/persona.
Entre las marismas y estanques del canal del Rhône
Las bicis ahorran bastante en desplazamientos hasta las localidades ribereñas
Gastos para dos personas:
Alquiler del barco (incluye gasoil para los kilómetros a recorrer, bicicletas, traslado del coche hasta el punto de destino y custodia del mismo y equipamiento básico para el barco, además de menaje, etc). Una semana en una penichette básica para dos personas 800€.
Avituallamiento básico para dos personas: 150€
Restaurantes y tapeo: 150€
Paseo en barco, tren turístico, autobús, taxi: 50€
Extras: 50€ (guantes, antimosquitos, etc)
Esclusas: Precio incluido en el alquiler del barco. Ojo con las condiciones de contratación para saber todo lo que incluye el alquiler.
Nuestra Penichette
Nuestra Penichette, nuestro hogar durante siente días ;-)
Deseamos que esta guía os sirva de ayuda para vuestra propia aventura por el Midi en barco ;-). ¡Esperamos vuestros comentarios, dudas y preguntas en el apartado de comentarios! Y por supuesto, no olvidéis la música…, ponerle siempre banda sonora a vuestros viajes ;-).

País cátaro: castillos, paisajes y Edad Media

Al explorar la región Languedoc-Rosellón, en el sur de Francia, lo primero en lo que se piensa es en la bella población medieval de Carcasona. La ciudad medieval amurallada es un lugar encantador y que recibe muchos visitantes al año. Quien conoce bien el Languedoc-Rosellón sabe que hay lugares increíbles que merecen tanta o más atención que la jolie ville du Carcassone. Así pues, en esta entrada voy a hablar de Carcassona, pero después destacaré otros lugares de la región que todo el mundo debería contemplar al explorar el sur de Francia.
Las murallas de Carcassona se recortan en lo alto de una colina como salidas de un cuento de caballeros, dragones y princesas. Sobre todo por las torres cubiertas con tejados puntiagudos tan característicos, que recuerdan a las del castillo de Neuschwanstein o al castillo de Disney. Las dobles murallas también son impresionantes, igual que el portón de la entrada, diseñado para amedrentar a los invasores, así como las fortificaciones del castillo.
Carcasona País Cataro
Aunque en verano las calles estrechas de la ciudadela suelen estar repletas de turistas comprando helados y es difícil encontrar un hueco en un bar o restaurante, sigue valiendo la pena. Por el lado negativo, la entrada al castillo no es barata, nada menos que 9 euros, que el turista suele pagar a regañadientes por aquello de “ya que estamos aquí…”. Una vez en el castillo, se puede pasear por las almenas, recorrer la muralla norte de la villa, el torreón, la torre de vigilancia, ver las estancias y curiosear por las construcciones defensivas, como los cadalsos que se usaban para defender la base de las murallas. Además, en una sala muy espaciosa se puede ver un vídeo subtitulado en español y otros idiomas que explica de forma amena los principales hechos históricos de la ciudadela y el proceso de reconstrucción.
El punto fuerte de la historia de la ciudad medieval es la cruzada que dirigió Simon de Montfort contra los cátaros herejes protegidos por Raymond Trencavel, vizconde de Carcasona. El papa Inocencio III decretó la cruzada en el 1208 para borrar del mapa a los albigenses, que no seguían el dogma ortodoxo y preferían un cristianismo más asceta y que repudiaba todo el mundo material. La ciudad se rindió finalmente en el 1209 y la zona se anexionó así al reino de Francia.
Carcasona País Cataro
Respecto a la reconstrucción de lugares históricos como este, se trata de algo que me provoca sensaciones contradictorias. Por un lado, me decepciona cuando me entero de que un lugar está reconstruido. Pienso entonces que el lugar pierde valor por no ser original, sino una versión imaginada con más o menos rigor arqueológico. Por otro lado, me encantan las ruinas y los castillos, y me gusta imaginarme cómo debía ser la vida de estos lugares en sus tiempos de esplendor. Y quienes se encargaron de la restauración de las murallas de Carcasona debieron sentir lo mismo. Sin duda, sin la pasión por la Edad Media que sentía el arquitecto Viollet-le-Duc, el encargado de la restauración en el s. XIX, ahora esta ciudad no sería Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
De lunes a sábado hay visitas guiadas a la ciudadela y la ciudad nueva, en español, por 9 euros, a las 15.00, que empiezan en la oficina de turismo de Carcasona junto a la puerta principal de la ciudad. La visita termina frente al embarcadero del Canal du Midi. Este canal se construyó en el siglo XIX para unir el Atlántico con el mar Mediterráneo y ahora es un buen lugar que recorrer en bici por sus orillas o en barcaza tranquilamente.
Un buen día para ir a Carcasona es el 14 de julio. Además de que en julio es el mes que llueve menos, ese día se conmemora el histórico incendio de la ciudadela con un gran espectáculo nocturno de bengalas a las 22.30.
Otro buen día es el 14 y 15 de septiembre. Al coincidir con el día del patrimonio francés, la entrada es gratis a todos los castillos de la zona, lo que supone un ahorro considerable. La única pega es que en esos días, las visitas guiadas de la oficina de turismo de Carcasona solo se hacen en francés.
Carcasona País Cataro
Canal du Midi
La región de Aude tiene muchos lugares interesantes, que quizá impresionen más al visitante que la propia Carcasona. Como en la Edad Media hubo muchas guerras entre los condados de esta región y la Corona de Aragón, el territorio cátaro está repleto de castillos. Algunos restaurados en el siglo pasado y otros en ruinas, pero todos ellos merecen la pena por el paisaje que les rodea. A continuación hablaré de tres que están en la zona sur del Aude, cerca de los Pirineos, pero hay muchos más, unos once en total.
Château de Peyrepertuse
Este castillo alargado está construido en lo alto de una cordillera y se llega hasta él por un camino angosto que serpentea hasta la cima. Al visitarlo, uno se imagina las penalidades que debieron sufrir los constructores en su tiempo. Las vistas desde lo alto son excelentes y en un buen día pueden verse águilas sobrevolando el lugar o gente practicando parapente. El sendero cátaro pasa por el pueblo en la falda de la montaña. Para los aficionados al senderismo, le Sentier Cathare recorre 200 km entre Foix y Port-la-Nouvelle, en el Mediterráneo, con tramos para ir a caballo o en bicicleta.
Château de Peyrepertuse
Château de Peyrepertuse foto de Callejeando por el planeta
Château de Quéribus
Fue el último bastión cátaro en ser conquistado por la cruzada, en 1255. Y no es de extrañar, porque es un nido de águilas encaramado en el mismo pico de la montaña, al otro lado del valle, frente al castillo de Peyrepertuse. Las vistas de 360 grados que ofrece del paisaje de los alrededores son fantásticas. Parece un vigía de piedra solitario desafiando al vértigo y al viento, y es muy fotogénico, sobre todo al atardecer. Eso sí, la entrada vale 5,5 euros debido a los trabajos de restauración que le devolvieron su austera belleza.
Château de Quéribus
Château de Quéribus foto de Callejeando por el planeta
Château de Puilaurens
Este castillo también requiere de buenas piernas para subir las escaleras que suben en zigzag por la roca hasta sus murallas. Las vistas de la Vall de la Santa Creu y del Canigó que ofrecen sus murallas son inigualables. Pero cuidado, porque la leyenda de la Dama Blanca puede dejar a más de uno intranquilo en las noches de luna…
Otros castillos de la zona son el de Termes y el de Aguilar. Y quien haya leído el famoso Código da Vinci de Dan Brown puede que le interese visitar el pueblo de Rennes-le-Château.
Finalmente, si os apetece cambiar de paisaje, la zona del Parque natural de Narbona, en la costa, es otro lugar digno de visitar.
El Languedoc-Rosellón es, en definitiva, un lugar muy variado que se presta a viajes muy distintos, tanto si es para hacer senderismo, bici de montaña, mar o visitar castillos y aprender sobre historia. Es fácil que guste a cualquier viajero.

Un día perfecto en Burdeos

La capital de la región de Aquitania, patrimonio de la UNESCO, está situada en el suroeste del país, en un meandro del Garona, muy cerca de la desembocadura de este río en el Atlántico. El puerto fluvial de la ciudad, llamado el puerto de la luna por su forma curva, ha sido clave para el desarrollo de la urbe desde tiempos antiguos. Y hoy en día, el magnífico paseo junto al río, creado hace pocos años por el paisajista Michel Corajoud, es una zona que invita a pasear y, a la vez, un paisaje que sorprende y encandila al visitante primerizo cuando llega en coche. Sobre todo de noche, como nos ocurrió a nosotros.
Llegamos la noche anterior después de seis horas de conducir desde Barcelona. El viaje no llegó a hacerse pesado porque hacía un día de primavera muy soleado y los campos salpicados de rojo y amarillo animaban a seguir adelante. Además, las áreas de servicio en las autopistas francesas son muy numerosas y están muy bien cuidadas. Aunque habíamos estado en la zona del Perigord Noir, desconocíamos Burdeos por completo, de modo que la bienvenida que nos dio la Place de la Bourse, elegantemente iluminada, nos dejó claro que íbamos a pasarlo en grande.
Centro histórico de Burdeos
Centro histórico de Burdeos
Nos alojamos en el hotel De la Presse, situado en pleno centro, en la calle peatonal Porte Dijeaux. Nos pareció un alojamiento muy cómodo, moderno y práctico. Después de dormir y desayunar, salimos a la calle para encontrarnos con Veronique, nuestra guía ese día.
Veronique era una señora muy dicharachera que hablaba muy bien en español, por mucho que nos advirtiera que le costaba mucho diferenciar los verbos ser y estar. Gracias a ella, durante cuatro horas aprendimos unas nociones básicas de la historia de la ciudad, nos enseñó las especialidades de la región y nos recomendó buenos restaurantes y lugares encantadores para pasear.
Hotel de la Presse Burdeos
El moderno y céntrico hotel donde nos alojamos
Y es que Burdeos es una ciudad perfecta para pasear y pasear. Nos internamos por las callejuelas empedradas del casco antiguo y empezamos a alucinar con las típicas casas francesas del s. XVIII, de piedra calcárea, con sus balcones estrechos y barandillas de hierro forjado, y sus tejados de pizarra gris. La gran mayoría de estas calles son peatonales y todo el barrio se restauró entre los años setenta y ochenta. Según nos explicó Veronique, a finales de los noventa apenas había tiendas en ese barrio, solo restaurantes, oficinas y garajes. Pero a partir del 2005 comenzó a venir más gente a la ciudad y empezaron a abrirse tiendas de decoración, de antigüedades y bares. Hoy en día es un barrio muy moderno repleto de tiendas y locales interesantes, donde se respira un ambiente muy acogedor.
Carrusel Burdeos
Al parecer, Burdeos ha mejorado muchísimo en los últimos años. Antes, las casas del barrio antiguo estaban negras por el hollín de las chimeneas y por el humo del tráfico. Hoy en día, con las calles exclusivamente para peatones y la restauración de las fachadas, Burdeos luce de veras. Además, la capital de Aquitania es una ciudad que no ha parado de crecer desde que se derribaron las murallas medievales. Primero fue el comercio del vino, que floreció cuando Leonor de Aquitania se casó con Enrique II de Inglaterra. Con el control de los ingleses, se empezaron a exportar barricas de vino, sobre todo el «French Claret» o clarete francés y los viñedos de los alrededores empezaron a extenderse para responder a la demanda. Fue gracias a este vino que se estableció la fama de Burdeos como región viticultora. Más tarde, en el s. XVIII el comercio de Burdeos con las Antillas, sumado al comercio con el vino y el ya famoso clarete supusieron un nuevo impulso para la ciudad, que derribó las viviendas medievales cochambrosas para edificar las elegantes casas tan típicamente francesas que pueden verse en la actualidad.
Bar des Vedettes Burdeos
Bares con mucho encanto donde sentarte a tomar un café tranquilamente
De hecho, desde 2007 Burdeos es Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, en concreto el espacio protegido de 150 hectáreas del casco viejo y 1810 hectáreas que comprenden tanto edificios antiguos como de arquitectura moderna. En esto contribuyó seguramente la rehabilitación que inició en 1996 el alcalde Alain Juppé, y que terminó hace pocos años con el nuevo paseo del río, la total restauración de las fachadas y la instalación de transporte público no contaminante como autobuses con gas o el moderno tranvía.
Porte Cailhau Burdeos
La porte de Cailhau, antigua entrada de la muralla
La ciudad sigue creciendo, ya que se están creando nuevos barrios a medida que el puerto de mercancías se desplaza más hacia la desembocadura y se aleja de la ciudad. Por ejemplo, en pocos años se habrá creado un barrio nuevo en la zona de Bassins à Flot. Y dentro de dos años se construirá el Cité du Vin, un nuevo museo del vino que promete ser «un nuevo Guggenheim». Por otro lado, la zona de La Bastide, en la orilla opuesta del río, se está renovando con arquitectura moderna. De hecho, ya hay una visita guiada centrada en arquitectura contemporánea que recorre los edificios más destacados y vanguardistas.
Poissonnerie Rue Notre Dame Burdeos
Una pescadería muy molona en la Rue Notre Dame
Todo esto nos lo fue contando Veronique mientras nosotros hacíamos fotos y mirábamos embobados en todas direcciones. Para empezar, nuestra guía también nos mostró las mejores especialidades de comida, como el canelé, un bizcochito con forma de flan recubierto de caramelo crujiente. O el aperitivo bordelés más típico: el Lillet.
Aperitivo Lillet Burdeos
El Lillet es el aperitivo típico de Burdeos
En el paseo por el casco viejo, cruzamos la larguísima calle rue Sainte Catherine, el viejo Decumanus de la ciudad romana, y pasamos por la Place du Parlement, una plaza muy bonita con una arquitectura muy homogénea. Por allí nos recomendó el bar La Comtesse, que marca su estilo modernillo con una entrada muy original decorada a base de regaderas y muñecos. Esto se ha convertido en una tendencia entre los bares de la zona, como el bar Michel’s, con una clientela básicamente de autóctonos, que ahora cambia la decoración cada seis meses. Un buen restaurante para comer marisco fresco es el Le Petit Commerce, que incluye una especie de pescadería.
Caneles Baillaran Burdeos
Y el canelé el dulce típico
Después de pasar por la place de Saint Pierre y su iglesia, llegamos a otra plaza, la place Camille Julian, repleta de terrazas, y donde se halla el Utopia, el único cine que conozco construido dentro de una antigua iglesia. En el bar de este cine se sirve la cerveza Mascaret, que se llama así por las grandes olas que se producen en el equinoccio. Luego bajamos por la calle Pas-Saint-Georges y Veronique nos llevó a ver la panadería de un amigo suyo. Ya antes de entrar en La Fabrique, aunque no hay rótulo que indique este nombre, el olor a buen pan y cruasanes te inunda las fosas nasales. Esta es una panadería de las que ya no quedan, donde se hace pan de verdad, pan que dura hasta cuatro días sin endurecerse. El propietario le comentó a la guía que tiene pensado envolver los bocadillos con mapas de la zona que incluyan detalles interesantes que visitar en la ciudad y nos pareció una idea muy buena. Saliendo de la panadería, Veronique se encontró con otro conocido en la cola de clientes: el propietario del restaurante Le Rubon, que está algo más alejado. Siguiendo por la misma calle, y casi en frente de la panadería, hay una tienda de quesos franceses que es una auténtica tentación, la Fromagerie Deruelle.
Utopia Cinema Burdeos
Utopia, un cine y restaurante en una antigua iglesia
Cuando llegamos a la plaza Lafargue, Veronique nos contó que el torreón medieval que veíamos al final de la calle era la Grosse Gloche, la gran campana, un campanario público edificado en el s. XV. Entonces dimos media vuelta y volvimos a subir por la rue des Bahutiers, para ver una casa que destaca entre el resto por su tejado a dos aguas y porque es de las pocas que se conservan de antes del s. XVIII, concretamente es de finales del XVI, aunque lógicamente está restaurada. Después torcimos a la derecha y entramos en la place du Palais. En esta plaza el sol ya brillaba y me encantó el lugar por la solemne puerta medieval que da al río, la Porte Cailhau. Como la Grosse Gloche y las murallas de Carcasona, esta puerta tiene los típicos torreones terminados en tejados puntiagudos y se asienta sobre los restos de la muralla del s. XIV. Como esta puerta defendía la ciudad frente al río, delante suyo se alzaba antaño la fortaleza que da nombre a la plaza, el Palais de l’Ombrière, donde nació la famosa Leonor de Aquitania.
Place Marché Chartrons Burdeos
Place du marché des Chartrons un buen lugar para comer
Pasamos por la puerta medieval y nos topamos de frente con el río Garona. Subimos por el soleado paseo del río y nuestra guía nos recomendó un bar muy señorial que hay allí, el Grand Bar Castan, que tiene una decoración muy original y rocosa en el interior.
Finalmente, siguiendo el río llegamos a la Place de la Bourse, una plaza monumental que siglos atrás fue la plaza real. Con su construcción, Burdeos se abrió al río, ya que hasta entonces la ciudad había vivido de espaldas a él, para protegerse de posibles ataques. Hoy en día los edificios que conforman la plaza albergan las oficinas de la Cámara de Comercio, de las aduanas, un restaurante con tres ambientes y un museo gratis muy interesante: el CIAP o Centro de Interpretación de la Arquitectura y el Patrimonio. Se trata de una pequeña exposición donde se puede aprender de forma amena y visual la historia de la evolución de Burdeos (incluye textos en español).
Profiteroles Le Carré Burdeos
Atacando los profiteroles :)
Esta magnífica plaza frente al río se complementa muy bien con unas fuentes que hay en el paseo, el Miroir d’Eau (Espejo de agua) frente a la plaza. Estas fuentes despiden vapor de agua que atrae a los turistas y luego el agua forma una superficie espejada en el que se reflejan los edificios de la plaza y hasta el campanario de la iglesia que se ve más abajo, lo que da pie a que los expertos en fotografía puedan sacar todo el partido posible al lugar.
Después volvimos a internarnos en la ciudad para ir directamente al centro neurálgico, en la Place de la Comédie. Allí se alza el imponente Grand Théatre de estilo neoclásico. El interior de este teatro de 1780 está hecho totalmente de madera, lo que le proporciona una acústica muy buena. En julio y agosto se organizan visitas por solo 3 o 4 euros que según Veronique valen mucho la pena.
Catedral St Andres Burdeos
Catedral de San Andrés
Luego pasamos un momento por la oficina de información turística, que estaba llena de gente, y nuestra guía aprovechó para recomendarnos algunas tiendas de vino que hay en los alrededores, como la Max Bordeaux, La Vinothèque du Bordeaux o el Bar a Vin en frente de la oficina de turismo, un lugar exclusivo para degustar vinos.
Vinotheque Burdeos
Amplia gama de vinos de Burdeos en la Vinothèque de Bordeaux
Más tarde seguimos hasta llegar a la Place des Quinconces, donde se alza una columna enorme rodeada de estatuas, la Fontaine des Girondins. Allí nos subimos al tranvía de la línea B (la roja) para ir hasta el barrio del vino, junto a las antiguas dársenas Bassins à Flots. Durante el trayecto, Veronique nos contó que los antiguos almacenes de vino junto al río quedaron abandonados en los años 30 cuando el puerto se trasladó más al norte. A partir de los 70, se revalorizó la zona y actualmente hay restaurantes, tiendas outlet y tiendas de vino.
Shopping Burdeos Petit Souk
Me hubiera quedado a vivir aquí…
Al bajarnos del tranvía, pudimos contemplar el puente que se inauguró en el 2013. El puente Jacques Chaban-Delmas (nombre del  antiguo alcalde de Burdeos) es un puente muy moderno que puede elevarse para dejar pasar embarcaciones altas, pero es especial porque se eleva de una sola pieza en lugar de partirse en dos mitades como es habitual. Luego subimos de nuevo al tranvía y volvimos por la misma línea hasta la estación del barrio de Chartrons. Por el camino, la guía nos recomendó el Bistrot du Fromager, situado en el paseo fluvial.
Bistro Michels Burdeos
El barrio des Chartrons es un lugar alejado del centro turístico con mucho encanto. Es especialmente recomendable pasear por la rue Notre Dame. Al principio está el museo del vino, llamado Musée du Vin et du Negoce, donde se puede aprender mucho sobre la influencia del vino en la historia de Burdeos. Esta calle tiene tiendas de antigüedades y de decoración exquisitas, además de bares cosmopolitas. Un buen lugar donde comer, muy auténtico, es la plaza del mercado (Place du Marché des Chartrons), repleta de restaurantes de todo tipo con terrazas. Veronique se despidió de nosotros en este punto, porque por la tarde tenía una visita guiada a los viñedos de los alrededores de la ciudad. Por cierto que esta visita es interesante porque permite probar vinos de dos denominaciones de origen diferentes.
Burdeos Place du Parlement
Place du Parlement
Pero volviendo al tema, nos quedamos a comer en la plaza del mercado, en el restaurante Le Carré, donde nos pedimos el menú du jour y nos quedamos la mar de contentos. De postre nos trajeron dos profiteroles. Solo eran dos, pero de tamaño gigante. Con la barriga muy llena, seguimos deambulando por la rue Notre Dame, ahora ya sin guía y a nuestro aire, haciendo fotos por todos lados. Entonces llegamos al Jardin Public, unos jardines preciosos y muy bien cuidados que incluyen un museo botánico y un museo de historia natural.
Jardin Botanico Burdeos
Jardín Botánico de Burdeos
Seguimos callejeando en dirección al centro y, al llegar, entramos en una de las vinotecas que nos habían recomendado, la Vinoteque du Bordeaux, para comprar un poco de vino típico de la zona. Según Veronique, uno muy tradicional es el bordeaux-clairet, de sabor afrutado y color muy rojo. Uno de los dependientes hablaba español y nos ayudó un poco a elegir. El resto de la tarde lo pasamos recorriendo algunos lugares que habíamos recorrido durante la visita guiada y otros que Veronique nos había comentado. Fuimos a ver la catedral de Saint André, con sus enormes contrafuertes restaurados y el campanario o torre Pey-Berland, con la estatua dorada de Notre-Dame de Aquitania en lo alto.
Catedral-St-Andres-Burdeos
Contrafuertes de la catedral
También nos zampamos un canelé en la pastelería Canelés Baillardran Café de la Rue de la Porte Dijeaux. Uno pequeño nos costó 2,50€. Dimos una vuelta por la zona del Marché des Grandes Hommes y alucinamos con las tiendas de altos vuelos que se ven allí.
Shopping Burdeos La Feliz
Aquí también me instalaría una temporada a vivir…
Y cuando ya nos dolían las piernas de tanto caminar y teníamos la mirada cansada de ver tantos rincones preciosos de la ciudad, recorrimos la calle des Remparts y casi nos volvimos locos. Todo allí eran tiendas muy monas. En un momento dado, uno de nosotros le dijo al otro: «Mira eso de allí, qué bonito», a lo que el otro respondió: «todo», porque era verdad, no había lugar que no nos pareciera bonito. Quizás solo estábamos cansados o nos dio un poco el síndrome de Stendhal, pero estaba claro que Burdeos nos había gustado hasta no poder más.
Creperie Fromentine Burdeos
Para terminar el día, fuimos a cenar temprano en una crepería bretona del barrio viejo, donde nos zampamos unas galettes sarracenas de campeonato en la creperie La Fromentine. A la propietaria deben gustarle mucho las vacas, porque toda la decoración consiste en fotos y figuras de vacas en diversas posiciones y disfraces.
Galette bretona Burdeos
Galettes bretonas en Burdeos
Esperamos que esta pequeña vuelta por Burdeos os haya gustado y os anime a visitar esta ciudad francesa. Nosotros fuimos sin ninguna expectativa y nos sorprendió muy positivamente. Con este artículo hemos intentado reflejar que quedamos totalmente encantados. Si queréis más información sobre Burdeos y que excursiones hacer por la zona no os perdáis la guía de la escapada de tres días a Burdeos (que publicaremos en breve).
Burdeos Noche
Paseíto nocturno para bajar la cena
Datos de interés:
1. Hotel de la Presse. Habitación doble con desayuno: 75€
2. Billete tranvía individual: 1,40€, bono de 10 viajes: 11,30€. Los billetes para el tranvía se pueden comprar en las paradas.
3. Restaurante Le Carré. Menú del día: plato + postre: 15€, entrante + plato + postre: 19€, bebidas a parte (agua gratuita).
4. Canelé de Burdeos: 2,5€
5. Crepería La Fromentine: menú (ensalada + galette + crep dulce): 12€, sidra: 5€
Gran Teatro de Burdeos
Gran Teatro de Burdeos y la escultura de Jaume Plensa
Para más información de cómo contratar una visita guiada en Burdeos y excursiones a los pueblos cercanos podéis visitar la web de la oficina de turismo de Burdeos y de Turismo de Aquitania.
Burdeos Mirror Eau