Una nuevo día amanece en el canal. Hoy navegaremos hasta la ciudad de Béziers a unos 25 kilómetros. A primera hora de la mañana nos despierta el ruido de diferentes embarcaciones que van parando a nuestro lado esperando la luz verde de la esclusa redonda de Agde para seguir su rumbo.
Nosotros nos tomamos su paso con tranquilidad. Primero desayunamos en nuestra penichette y después nos acercamos a ver el interesante mecanismo que resulta esta esclusa, única en el mundo. Construida con piedra volcánica, permite la navegación por tres cauces fluviales que convergen en ese punto, el Canal du Midi, el río Hérault y el Canalet.
Que increíble y agotadora actividad resulta el paso de las esclusas, sobre todo las del calibre de Agde. Como solo somos dos el proceso tiene que estar compenetrado al mínimo detalle. El Canal de Midi es un buen lugar para medir la temperatura de una relación de pareja o de la confianza familiar, sobre todo cuando se tienen que atravesar las dichosas esclusas ;-).
Una vez dejamos atrás la bella Perla Negra del Mediterráneo retomamos el pausado canal. Hoy tenemos ganas de hacer un recorrido más largo y disfrutar de la placidez de la navegación. Desde Agde, el canal se desliza en un romántico paisaje con mil y una fragancias mediterráneas.
Nos acompañan colores tornasolados, todas las gamas del verde a través de árboles y viñedos que pueblan una buena parte de la ruta. Junto a nosotros circulan en bici un buen número de personas. Nosotros hemos desistido de las nuestras ya que en Maguelone quedaron pinchadas e inservibles.
Por el camino vamos dejando nuevas e increíbles esclusas. En la localidad de Vias nos espera otra de las grandes obras del canal, la esclusa de Le Libron. Por suerte la hemos encontrada abierta en nuestro sentido para la navegación y hemos decidido aprovechar la buena suerte y no parar ;-). ¡Que pasada de construcciones! Si eres un amante de la ingeniería, de las proezas humanas respecto a la técnica y avances, este lugar es único. ¡Y pensar que todo esto se diseño y construyó en el siglo XVII! No nos extraña que el conjunto del canal esté declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Paso por la esclusa de Le Libron. Foto cortesía de Canal du Midi
Hemos tardado unas seis horas en recorrer veinticinco kilómetros de travesía. A lo largo del camino nos han abordado cinco esclusas así como sus conllevadas paradas. Justo para la hora de comer (¡horario español claro!), llegamos al coqueto muelle de Béziers y decidimos amarrar nuestra barca.
El día anterior, en la oficina de turismo de Agde recopilamos información sobre el canal. Ahora ya conocemos las esclusas, las poblaciones y retos con los que nos encontraremos, vamos, ¡la información que no tuvimos en un principio! En Béziers se sitúa la obra por excelencia del canal, las Esclusas de Fonsérannes (una escalera de agua de 312 m de longitud que permite salvar un desnivel de 25m), ¡casi ná!, después de las cinco que hemos atravesado a lo largo de esa mañana, ya tenemos más que suficientes por un día ;-).
El pequeño muelle del Midi se encuentra retirado del casco antiguo de Béziers. Cogemos un taxi que nos acerca al centro ya que no hay transporte público y con las bicis pinchadas no podemos hacer nada :-(.
Béziers es un lugar al que tenía ganas de llegar. En el primer post introductorio sobre esta aventura del Midi, explico que la idea inicial de nuestro viaje era hacer un recorrido por la historia del catarismo (de la que soy una fan incondicional) como línea argumentaria, siendo Béziers uno de los puntos álgidos de aquel recorrido, pero la fascinación producida por el hecho de hacer una ruta pilotando nuestro propio barco ganó al viaje por el país cátaro;-).
Béziers enseguida te envuelve con su típico ambiente mediterráneo de ciudad estival, ataviada para las fiestas, pero sobre todo sorprende por su extremado parecido a cualquier población española ¡con plaza de toros incluida! Pero, eso si, con ese toque tan francés, ese savoir faire que solo encuentras en el país galo ;-). Calles elegantes y cargadas de historia, de una historia que se remonta a época de griegos (fundadores de la ciudad) pasando por momentos negros como el acaecido el 22 de julio de 1209, día en que la Cruzada contra los cátaros terminó con el saqueo y el incendio de la ciudad, además de la masacre de su población en la iglesia de La Madeleine. Esta fecha se recuerda con el nombre de “Lo gran mazel” (“la gran carnicería”).
¡Os puedo asegurar que esta historia consigue poner el vello de punta! En mi caso más ya que soy una incondicional de la historia cátara así como de su cultura y costumbres. Junto a la catedral de Saint Nazaire divisamos un pequeño tren turístico al que subimos tras saber que llega hasta la Esclusa de Fonsérannes. Una oportunidad para conocer la gran obra de Pierre Paul Riquet y saber a lo que nos tendremos que enfrentar al día siguiente ;-).
El tren da una vuelta muy interesante, a la vez que aprendes historia y curiosidades de la ciudad. Siempre he pensado que este tipo de recorridos puedes parecer una “turistada”, pero resultan ser una divertida opción a las guías de papel ;-). El trenecito se detiene en la rotonda que da acceso a la esclusa, allí deja que los pasajeros disfrutemos durante quince minutos de su visión. Nos hemos quedado con la boca abierta y nos preguntamos ¿¡cómo subiremos esa escalera!?. Ahora la esclusa está cerrada, ¡Ohhh! no podemos estudiar su mecanismo ni vemos como la atraviesan los barcos.
A lo largo del paseo hemos descubierto que Pierre Paul Riquet nació en Béziers en 1604 hijo de una familia de origen italiano, los Righetti, instalados en la Provenza y más tarde en Languedoc. Con la construcción del canal surgió el desarrollo del comercio entre las regiones europeas por el Sur, dando comienzo a un gran período de prosperidad para Béziers y otras ciudades de la región. El tren nos lleva más tarde por estrechas calles del casco antiguo donde sobresalen rincones pintorescos.
El tren nos deja de nuevo en Saint Nazaire y decidimos callejear sin sentido para “sentir” esta bonita ciudad. En el boulevard principal dedicado a su hijo predilecto, Riquet, hay un montón de bares, terrazas, tabernas y decidimos tomar algo. Sorprende la similitud de sus tapas: bravas, huevos estrellados, pintxos, etc… con la gastronomía española ¿dónde están los platos franceses de tanta fama?
Entre tapeo y tapeo se nos pasa el resto de la tarde y al caer la noche decidimos dar un paseo por la ciudad en silencio. Es algo que nos gusta mucho, son momentos de íntima conversación con el lugar, pero, hay que regresar a nuestra penichette y descansar. Un taxi nos devuelve al muelle y damos por finalizada nuestra intensa jornada en Béziers.
No hay comentarios:
Publicar un comentario